Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/18820
Título : Poder: don de Dios confiado al hombre
Autor : Ríos, Pablo Alejandro R. 
Palabras clave : DIOSHOMBREPODERCONCIENCIA
Fecha de publicación : 2018
Resumen : Romano Guardini, en su obra “El Poder”, nos recuerda que Dios ha creado al hombre y a la mujer capaces de dominar al mundo. Dotado de inteligencia y voluntad libre, el hombre ha sido constituido rey de la creación, capaz de dominarla y acrecentar las perfecciones que el creador le participó. Prolongación de Dios en el paraíso, guardián protector, capaz de velar por el bien de lo creado, como señor, capaz de mandar y conducir todo lo existente para que la creación en su despliegue de perfección dé gloria a Dios. Nos dice Guardini: “No existe, pues, poder alguno que tenga ya de antemano un sentido o un valor. El poder sólo se define cuando el hombre toma conciencia de él, decide sobre él, lo transforma en una acción, todo lo cual significa que debe ser responsable de tal poder”1. Obrar con conciencia y libertad entraña responsabilidad, hacerse cargo de lo obrado y de sus consecuencias, lo decidido brota de lo profundo de un corazón que es soberano de sus actos buenos o malos. Dice Guardini, respecto de los primeros capítulos del Génesis: “Estos textos, cuyo eco se expande a lo largo del Antiguo y del Nuevo testamento, nos dicen que al hombre se le dio poder tanto sobre la naturaleza como sobre su propia vida. Y manifiestan, además, que este poder constituye para él un derecho y una obligación: la de dominar”2. Y Santo Tomás: “En el hombre, en cierto modo, se encuentra todo. Así, pues, el modo de su dominio sobre lo que hay en él es una imagen del dominio sobre lo demás (…) La razón, común con los ángeles; las potencias sensitivas, comunes con los animales; las naturales, comunes con las plantas; y el cuerpo, que le iguala a los seres inanimados. La razón en el hombre es lo que contribuye a hacerle dominador y no sujeto a dominio (…) Así, pues, también en el estado de inocencia con su imperio dominaba a los animales. Las potencias naturales y el mismo cuerpo no están sometidos a su imperio, sino a su uso. Por ello el hombre, en estado de inocencia, no tenía sobre las plantas y seres inanimados un dominio imperativo y transmutante, sino que, libremente, se servía de ellos”3.
URI : https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/18820
Disciplina: FILOSOFIA
Derechos: Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Aparece en las colecciones: Semana Tomista 2018: XLIII - Historia y Escatología

Ficheros en este ítem:
Fichero Descripción Tamaño Formato
Rios_43.pdf234,11 kBAdobe PDFVista previa
Visualizar/Abrir
Mostrar el registro Dublin Core completo del ítem

Google ScholarTM

Consultar



Este ítem está sujeto a una licencia Creative Commons Licencia Creative Commons Creative Commons