Santo Tomás y los capítulos generales de la Orden De Los Hermanos Predicadores, 1278-1370

Abstract

Resumen: La doblemente vigorosa figura de Santo Tomás —a cuya clara intengencia no se le escapaba que en punto a su obligación de exponer y defender la verdad no cabía oposición entre humildad y valor-1 no tardó en constituirse en signo de contradicción desde sus primeras actuaciones públicas en París. Heredero en parte de la querella entre mendicantes y maestros seculares, especialmente viva luego de haber logrado los dominicos una segunda Cátedra de Teología durante la célebre huelga y retiro de los profesores de Paris (mayo 1229 - abril 1231) 2, se vio envuelto en lo más agrio de esa disputa durante su primera estadía allí (1252-1259). De tal modo, desde los ataques de Guillermo de Saint Amour hasta las luchas contra los aristotélicos averroizantes por un lado, y contra el antiaristotélico John Peckham por otro —luchas que culminan con la condenación de las trece tesis averroistas (10-XII-1270) y preparan la más general de 1277— su vida se repartió entre la más alta contemplación y las más vivas controversias. Controversias que lejos de calmarse tras su muerte se hicieron más generalizadas y ardientes hasta el punto de llegar a compro, meter algo más que la verdad y hasta alcanzar el orgullo mismo al identificarse la verdad con los mismos maestros y las órdenes en pugna. Dentro de esta conocida historia 3 nos restringiremos en nuestro estudio a un aspecto no suficientemente divulgado, cual es la reacción oficial de la Orden de los Predicadores frente a los ataques que siguen a la muerte de Santo Tomás, según figuran en las Actas de los Capítulos Generales que van desde las condenaciones de 1277 hasta 1870, año en el cual, acallada por entonces tanta bulla y malquerencia, se trata de pensar ya en edificar un digno sepulcro para tan claro maestro.