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Título : Verdad, historia y hermenéutica
Autor : Derisi, Octavio Nicolás 
Palabras clave : HERMENEUTICAIRRACIONALISMOCONOCIMIENTOHISTORIA
Fecha de publicación : 1976
Editorial : Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras
Cita : Derisi, O. N. Verdad, historia y hermenéutica [en línea]. Sapientia. 1976, 31 (122). Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14334
Resumen : Resumen: Carácter histórico del hombre No hay duda de que el hombre es un ser histórico. Su existencia comienza por ser temporal, se realiza en forma sucesiva, sin detrimento. Y a la vez esa existencia es dueña de sí -con el pasado y el futuro- en primer lugar, por la inteligencia o conciencia y, en segundo lugar por la libertad, por la que ejerce el dominio sobre la propia actividad y, por ella, sobre su persona entera y su destino. La existencia que es temporal por su carácter material, llega a ser histórica, por el carácter espiritual del hombre, que con la inteligencia y la libertad le confiere un doble dominio de sí. La dispersión de la duración temporal es adunada bajo la acción del espíritu y convertida en historia. En las últimas décadas se ha subrayado este carácter histórico del hombre, contra un inmovilismo esencial racionalista. El hombre está inmerso en el cauce cambiante de la historia y, con él, también su cultura y todas las manifestaciones de su espíritu. Dilthey fue quien con más clarividencia develó y con más vigor subrayó esta nota del ser del hombre y de su existencia: su historicidad. Esta historicidad se manifiesta en las notas con que cada época caracteriza al hombre y a las manifestaciones de su vida, a su cultura. Todas las realizaciones humanas o culturales del medioevo, por ejemplo, llevan el carácter onto y teocéntrico y, con ello, la impronta de la unidad jerárquica: unidad dentro de los diversos estratos del individuo, unidad dentro de las distintas capas de la sociedad doméstica, política y religiosa, unidad orgánica en el arte y la filosofía, unidad de partes jerárquicamente integradas en la trascendencia del ser y, en definitiva del Ser de Dios. En el Renacimiento, en cambio, el hombre se organiza antropocéntricamente. Desatiende primero, y pierde después, la apertura a la trascendencia y a Dios y se organiza en torno a su propio ser y vida humanas, hacia la inmanencia cada vez más subjetiva. Esta pérdida del ser trascendente sumerge al hombre y su cultura -el arte, la filosofía, la política y la misma religión con el advenimiento del “libre examen” del protestantismo- en una multiplicidad individual, nacional y social.
URI : https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14334
ISSN : 0036-4703
Disciplina: FILOSOFIA
Derechos: Acceso abierto
Aparece en las colecciones: Artículos
SAP - 1976 Vol XXXI nro. 122

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