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Título : Dios y la permision del mal
Autor : Derisi, Octavio Nicolás 
Palabras clave : DIOSMALLIBRE ALBEDRIOPECADOTOMISMOPREDESTINACION
Fecha de publicación : 1965
Editorial : Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras
Cita : Derisi, O. N. Dios y la permision del mal [en línea]. Sapientia. 1965, 20 (76). Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14206
Resumen : En un seminario de tres conferencias, tomadas magnetofónicamente y recopiladas en este volumen, Maritain retorna el célebre y difícil problema de la conciliación de la necesaria intervención divina en todo ser y actividad de la creatura y la libertad humana, especialmente en lo que respecta al acto moralmente malo, al pecado. Nos ofrece aquí M. una honda meditación, que arranca desde las raíces mismas del ser, sobre los principios tomistas y logra darnos una nueva síntesis y una solución remozada de este arduo problema, en que la “Inocencia de Dios” y la responsabilidad de la libertad humana aparecen con nueva luz y en toda su fuerza, como una conclusión de aquellos principios primeros del ser. M. acepta el principio tomista en todo su ámbito de que Dios es Causa primera de todo ser y que, por consiguiente, Dios premueve y aun predetermina todo acto de la creatura, sin excluir el de la voluntad libre. En otros términos, M. no se queda tampoco en una premoción indiferente, a la que se han adherido numerosos discípulos de Santo Tomás, temerosos de lesionar la libertad con la predeterminación. 2. Dios es la Causa primera de todo ser, de modo que sin su intervención activa nada es ni nada llega a ser; y la creatura es la causa primera del no-ser y, consiguientemente, la única causa deficiente o capaz de producir el mal. El mal es una privación del ser o bien, y, como tal, nunca tiene causa per se, sino sólo per accidens: una causa que hace un ser inacabado, un ser al que falta algo de ser o bien para ser plenamente. Tal la causalidad deficiente de la creatura, cuando produce el mal. Dios es causa per accidens del mal físico o de las causas necesarias, cuando mueve y concurre a él con las causas segundas, aunque no lo realice, en verdad, formalmente o en cuanto no-ser o mal, sino en cuanto ser o bien, al que el mal -formalmente introducido por la creatura que obra sub ratione talis entis, aunque siempre per accidens- priva de su plenitud de ser. Pero en el caso del mal moral, del mal proveniente de la libertad humana que no se ajusta a las exigencias de su Supremo Bien o Fin y de su consiguiente perfección intrínseca, Dios ni siquiera es causa per accidens. Frente a él M. proclama enfáticamente la “Inocencia de Dios”...
URI : https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14206
ISSN : 0036-4703
Disciplina: FILOSOFIA
Derechos: Acceso abierto
Aparece en las colecciones: Artículos
Artículos
SAP - 1965 Vol XX nro. 076

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