En el fondo de las cosas: una semblanza de Néstor Pedro Sagüés

Abstract

Conocí a Néstor Sagüés cuando ya caminaba pasos más suaves, aunque pasos que ocupaban un buen espacio, cuyo carácter sosegado no los hacía menos presentes. Andaba lento pero tenía un ritmo, una música que lo diferenciaba y adelantaba los movimientos. No se trataba de un andar precipitado, como tampoco lo eran sus palabras, que parecían ascender de algún lugar pulcro, eran palabras limpias que, aunque estuviesen mediadas por los enredos inevitables, se expulsaban sin interferencias. Néstor, contra toda tendencia, sabía detenerse. En su paso y en su mirada, en su reflexión y en su conclusión, sabía hacer espacio. Quizás la versión que conocí fue la que mejor se llevaba con estas cosas, con el sabor que habita en bajar un poco la guardia, en deponer las reacciones, en esperar, frente al impulso opuesto de quienes todavía no lo aprendimos con rigor. Pensar con Sagüés, cualquier tema y en cualquier hora, suponía siempre, casi sin excepción, habilitar opciones, poner sobre el tablero incluso la jugada ridícula, pues mostraba que también allí hay algo que atender. Siempre el resultado estaba mediado por un paréntesis que le restaba rotundez, no fuerza ni certeza, sino que borraba ese abismo que solemos trazar cuando tenemos que decidir entre una cosa y otra. Él dejaba ese paso posible y enseñaba que existe un regreso amigable, aun del error, del peor error.