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Campo DC Valor Lengua/Idioma
dc.contributor.authorBalmaseda Cinquina, María Fernandaes
dc.contributor.otherSemana Tomista: Naturaleza, Cultura Y Gracia (42ª : 2017 : Buenos Aires)es
dc.contributor.otherPontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras ; Sociedad Tomista Argentinaes
dc.date.accessioned2024-08-20T14:58:20Z-
dc.date.available2024-08-20T14:58:20Z-
dc.date.issued2017-
dc.identifier.urihttps://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/18571-
dc.description.abstractUno de los colaboradores más cercanos a Juan Pablo II no dudó en afirmar: «Nadie mejor que él puede hablar del sufrimiento. El dolor está escrito en su rostro. Su figura está doblada y camina con dificultad. Se apoya en el báculo, que termina en una cruz». Se trata del cardenal Ratzinger. Cuando se realizaron los funerales del papa polaco, con un punto álgido en la celebración de la Misa de exequias por su muerte, llamó nuestra atención de espectadores con un cartel que decía «Santo subito». No teníamos duda acerca de la verdad allí manifestada. En esa ocasión, se encontraba yaciente ese pontífice que se había movido como nadie para acercarnos a Cristo. Sin embargo, al final de su vida, ya no pudo hablar urbi et orbi. Tampoco caminar ni desplazarse por sus propios medios. Hacía tiempo que babeaba, temblaba y tenía mala dicción por sufrir mal de Parkinson. Muchos suponían -querían hacernos creer- que ni siquiera podía pensar con autonomía y, menos aún, gobernar la Iglesia con lucidez y decisión. Decrépito, sin vergüenza, siguió mostrándose en público, sostenido en la integridad de su dignidad humana personal. El padecimiento que afrontó desde muchos sectores -también dentro de la Iglesia- pues querían que renunciara, lo llevó como fruto de su reflexión a afirmar: «Si Cristo se hubiera bajado de la cruz, yo tendría derecho a renunciar». En el postrero Viernes Santo, en el Via crucis que rezaba todos los días, sólo pudo tomar un crucifijo y aferrarse. En sus últimos días, postrado, con infección generalizada, pero consciente, miraba la imagen del Ecce homo que tenía en su alcoba. Era la que mejor expresaba los maravillosos y luminosos pasajes de la Gaudium et spes en los que el entonces cardenal Wojtyla había tenido tanta injerencia: «Sólo Cristo le muestra al hombre quién es el hombre» (n. 22) y «la persona es sincero don de sí» (n. 24)es
dc.formatapplication/pdfes
dc.language.isospaes
dc.rightsAtribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/*
dc.sourceSemana Tomista: Naturaleza, Cultura Y Gracia (42ª : 2017 : Buenos Aires)es
dc.subjectJuan Pablo II, Santoes
dc.subjectFILOSOFIAes
dc.subjectFEes
dc.subjectSUFRIMIENTOes
dc.titleSufrimiento humano, bien y redención, hoy. Las dimensiones del sufrimiento humano según San Juan Pablo Magnoes
dc.typeDocumento de conferenciaes
uca.disciplinaFILOSOFIAes
uca.issnrd0es
uca.affiliationFil: Balmaseda Cinquina, María Fernanda. Pontificia Universidad Católica Argentina; Argentinaes
uca.versionpublishedVersiones
item.languageiso639-1es-
item.grantfulltextopen-
item.fulltextWith Fulltext-
Aparece en las colecciones: Semana Tomista 2017 XLII - Naturaleza, Cultura y Gracia
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