El derecho de los enfermos y personas vulnerables a la asistencia espiritual

Abstract

La pandemia del COVID-19 que azotó al mundo en 2020 y que aún no tenemos certeza de que haya concluido, ha provocado profundas transformaciones en múltiples ámbitos. Basta pensar en la consolidación de nuevos hábitos y formas de organización del trabajo en muchas actividades, en las que se ha vuelto normal el teletrabajo, con lo que eso implica de modificación de la organización familiar y doméstica, por ejemplo. Para muchas personas, especialmente quienes imprevistamente sufrieron la pérdida de familiares o amigos cercanos, ha sido también un sacudón de las conciencias: de pronto, todos fuimos más conscientes de la fragilidad y la finitud de la vida humana. Uno de los aspectos más conmovedores, tanto para quienes transitaron la enfermedad como para sus familiares y amigos, pero también para el personal sanitario y otras personas que debieron interactuar con ellos, fue la imposición de fuertes restricciones y prohibiciones de contacto humano. Todos conocemos casos muy dolorosos de personas que sufrieron una internación y, en muchos casos, murieron en aislamiento y soledad, imposibilitados de despedirse de sus seres queridos y de recibir apoyo y compañía en esas circunstancias cruciales. Y como consecuencia, también conocimos el sufrimiento de quienes no pudieron estrechar la mano o decir una palabra de afecto a cónyuges, padres o madres, o personas a las que en circunstancias normales hubiéramos acompañado...