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dc.contributor.authorDerisi, Octavio Nicoláses
dc.date.accessioned2022-06-27T13:40:51Z-
dc.date.available2022-06-27T13:40:51Z-
dc.date.issued1970-
dc.identifier.citationDerisi, O. N. Persona y cultura [en línea]. Sapientia. 1970, 25 (98). Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14269es
dc.identifier.issn0036-4703-
dc.identifier.urihttps://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14269-
dc.description.abstractResumen: 1.-El espíritu, nota específicamente constitutiva de la persona. A diferencia de los seres materiales, por su espíritu el hombre no sólo es en el medio de otros seres, sino que es inteligente - lee dentro o de-vela el ser- sabe que él, el mundo y Dios son y es capaz además de descubrir lo que éstos seres son: su esencia; y es también libre, es decir, posee dominio sobre su propia actividad, capaz de modificar con ella su ser y el ser de las cosas de acuerdo a los fines que él mismo se propone. En otros términos, únicamente el hombre, por su espíritu, posee un doble señorío sobre su actividad y su ser y sobre otros seres: el de develar y aprehender el ser inmanente y trascendente de una manera consciente en su acto intelectivo, y el de modificar al mismo para lograr nuevos bienes no dados por la naturaleza. Este doble dominio de su actividad y de su ser, por la conciencia y la libertad, que tiene su raíz en el espíritu, confiere al hombre su carácter de persona. El hombre es persona, porque, a más de existir como una substancia completa, en sí o separada de todo otro -nota genérica tiene conciencia de su ser y dominio sobre su propia actividad por la libertad -nota especifica-. La conciencia o aprehensión consciente de su ser como tal se logra mediante la aprehensión del ser circundante; y la libertad se ejerce no sólo sobre su propia actividad volitiva, sino, mediante ésta, sobre otros sectores de su actividad y sobre su mismo ser, y a la vez sobre la actividad del ser de los entes mundanos. Su abertura cognoscitiva y volitiva hacia el ser -trascendente e inmanente- conduce a la persona hasta el Ser de Dios, como a su suprema instancia ontológica y como a su Bien supremo y último Fin; desde el cual cobra sentido y vigor la norma y obligación moral -como exigencias o deber-ser- que encauza la actividad libre y, mediante ella, toda la actividad del ser mismo del hombre, hacia Dios. Por su actividad inteligente y libre la persona descubre su ordenación esencial a la Verdad y Bondad de Dios, y encuentra en este destino divino de su ser, el fundamento de sus obligaciones y derechos, que ninguna autoridad humana tiene poder de conculcar. En última instancia, el hombre es persona, es decir, un ser espiritual y, por eso inteligente y libre, porque está hecho para Dios.es
dc.formatapplication/pdfes
dc.language.isospaes
dc.publisherPontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letrases
dc.rightsAcceso abierto*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/*
dc.sourceSapientia. 1970, 25 (98)es
dc.subjectPERSONAes
dc.subjectCULTURAes
dc.subjectMORALes
dc.subjectSERes
dc.subjectCONCIENCIAes
dc.subjectLIBERTADes
dc.titlePersona y culturaes
dc.typeArtículoes
uca.disciplinaFILOSOFIAes
uca.issnrd1es
uca.affiliationFil: Derisi, Octavio Nicolás. Pontificia Universidad Católica Argentina; Argentinaes
uca.versionpublishedVersiones
item.fulltextWith Fulltext-
item.grantfulltextopen-
item.languageiso639-1es-
Aparece en las colecciones: Artículos
SAP - 1970 Vol XXV nro. 098
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